En el fondo, el signo de Libra, tan envidiado por su proverbial encanto y por su naturaleza amorosa, no es tan fácil de vivir en carne propia, sobre todo si tenemos en cuenta que en nuestra sociedad el individualismo, la iniciativa y la decisión son valores mejor vistos que la solidaridad, el amor y la colaboración interpersonal.
Inseguridad, indolencia y dependencia psíquica son males que con facilidad padece el libriano: la infidelidad compulsiva y la seducción frívola derivan directamente de esta sensación de básica inseguridad.
El arquetípico Don Juan, por ejemplo, (que puede ser considerado como un vanidoso que no duda en herir los sentimientos de aquellas damiselas que caen rendidas a sus pies) no es más que un ser temeroso y frágil, que busca afianzarse como individuo a través de los encantadores efectos que causa.
Se siente fuerte cuando logra encender el deseo de su pareja ocasional, pero su tragedia personal radica en la imposibilidad de comprometerse con sus deseos y sentimientos más profundos.
Con las seductoras librianas sucede algo similar que resulta igualmente doloroso para ellas.
Volver a Libra: ¿el más infiel de Zodíaco?