Cuando nos encontramos con un libro de Astrología, solemos buscar rápidamente las características de cierto signo zodiacal que nos desvela. No está mal que recurramos a ella para obtener información y aprender a manejarnos mejor en nuestra vida afectiva, pero debemos recordar que la astrología intenta dar una mirada holística sobre el hombre y su entorno y puede ser una ayuda valiosa para relacionarnos con los demás; no sólo en el aspecto de pareja, sino en el trabajo, en nuestro crecimiento interior, salud, proyección de futuro y sueños más profundos.
Hay días en que observamos, en nosotros mismos o en quienes nos rodean, un inexplicable malhumor cuyos efectos suelen ser agotadores y tensionantes. Si bien la mayoría de nosotros no posee los conocimientos astrológicos para analizar profundamente por qué algunas personas adoptan determinadas actitudes, sí podemos aprender a identificarlas y a convivir con ellas.
¿Un silencio de témpano, hosco y distante? Escorpio, sin duda. ¿Cajones que se cierran a los golpes? Sagitario; quién más. ¿Llanto convulsivo a la primera palabra subida de tono? El inconsolable y tierno Cáncer.
Relajarse, observar con calma las situaciones y echar mano al buen humor pueden ser los remedios más eficaces para hacer frente a esos raptos de malhumor que nos hacen advertirle a los demás: «¡Cuidado, hoy tengo un mal día!».