Relación con el consultante

Uno de los grandes conflictos que suele generarse entre quien realiza la tirada y su consultante es el tipo de relación que entablan. Muchos consultantes prefieren hablar lo menos posible, esperando que sean las cartas las que revelan el motivo de su visita. Otros, en cambio, cuentan gran parte de su vida y buscan en la lectura de las cartas un espacio de conversación y desahogo. Es probable, incluso, que se gesten amistades a partir de las lecturas.
Aunque las amistades no están prohibidas, es preciso establecer límites claros. Hay personas que no serán capaces de dar un solo paso sin consultar las cartas; otras pretenderán quedarse durante horas en la consulta, o llamarán a cualquier hora de la noche para pautar un encuentro. Es común que muchas personas generen una suerte de dependencia hacia las cartas, o hacia quien las tira; y que, incluso, deposite en esta persona sus esperanzas, como si fuera la última salvación.
De más está decir que nada bueno puede nacer de un vínculo de este tipo. De ninguna manera quien tira las cartas deberá sentirse como un salvador de su consultante, ni éste deberá desarrollar ese apego. Los límites deben ser claros, las cartas sólo deben consultarse en situaciones especiales o esporádicamente, y la vida del consultante debe poder continuar más allá de lo que digan o no las tiradas.
Por otro lado, es importante que el lector se mantenga fuera de los problemas de su consultante. Dejarse llevar por los problemas de cada nueva persona que se sienta ante el mazo de cartas, pronto llevará a quien las lee a la depresión. Cuanto más afuera pueda ubicarse el lector de los problemas de quienes lo consultan, más posibilidades tendrá de ayudarlo.
Las consultas deben tener un límite de tiempo. Si se extienden por más de una hora, la concentración ya no será la misma y es probable que comiencen a repetirse las mismas palabras. Además, es aconsejable acostumbrar a los consultantes a que no realicen consultas por fuera de la tirada establecida. Este tipo de actos no sólo atenían contra la privacidad de quien tira las cartas, sino que también vuelve obsesivo al consultante, e incluso puede agravar sus problemas. La metafísica tiene muy en claro que, al repetir varias veces los problemas, estos se vuelven más tangibles, crecen y se multiplican.
La actitud correcta para relacionarse con quien se acerca a la consulta debe ser de simpatía y optimismo. Nunca deben juzgarse las palabras del consultante: aun con sus errores, cada persona hace lo que le resulta más apropiado con su vida, y de nada le servirá que lo juzgue, se lo reprima o se lo condene. Todo lo que le sucede a las personas tiene una causa y un motivo final, que a veces puede ser llevarlo a un nivel más en su desarrollo espiritual. De manera que será importante acompañar sus procesos, sus experiencias y destinos sin interferir en ellos, sino orientando el camino para que todo resulte de la mejor manera posible.
Por último, es preferible evitar las lecturas si el estado de ánimo no es el mejor, o en momentos de crisis emocionales o enfermedades. Quien tira las cartas debe estar en perfecto estado de salud y con su conciencia tranquila. Sólo así podrá ayudar verdaderamente a los demás.

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