El libriano -o la libriana- teme a la dependencia extrema y al conflicto que amenaza su anhelo de armonía; por esta razón, muy frecuentemente huye del compromiso amoroso a través de relaciones ocasionales o fuera de la pareja.
Pero el libriano huidizo no expresa más que un nivel bajo de desarrollo de esta riquísima energía.
En realidad, la naturaleza verdadera de Libra se traduce en una gran capacidad para establecer un vínculo unitivo con el ser amado.
El mayor don del libriano es el amor: aquella substancia invisible que hace posible el milagro de que dos seres separados, logren constituir una unión espiritual que los trasciende.
Un libriano solitario es como un pez fuera del agua: no puede respirar, porque para él el mundo de las relaciones es el elemento vital.
Y este libriano infiel o frívolamente seductor es, en el fondo, un solitario.
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