La naturaleza de Piscis

Piscis tiene la extraña virtud de sentir las penas y alegrías ajenas como propias. Su tendencia es a descentrarse, perderse y diluirse en los otros. Esta desmesurada receptividad lo expone al mundo y lo deja a su merced.
Tiene la sensación de estar siempre relacionado, íntimamente, con los demás y eso le provoca confusión; además, el acceso al inconsciente de los otros le permite sentir lo que sienten o piensan quienes lo rodean.
Esta conexión sutil y sus talentos premonitorios, son para el Pez un arma de doble filo y no es raro que cuando miente o engaña sea porque está adoptando la personalidad de alguien cercano o de algún personaje imaginario que lo captura y habla por él.
Las fantasías son tan vividas en el caso de los hijos de Neptuno, que no es raro que imaginen hechos que luego relatan como reales.
Rara vez son conscientes de estar tergiversando los sucesos y suelen ser los primeros sorprendidos cuando se los acusa de mentirosos.
Por supuesto, a medida que los Piscis maduran, logran conectarse mejor con el mundo concreto y a diferenciar sueños de realidades. Especialmente, a partir de los treinta años, cuando Saturno hace su primer pasaje sobre el Sol de los nativos y los conecta con el universo concreto.

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