Entender, interpretar y dar los mensajes

Así como es importante tener una actitud de humildad ante la lectura de las cartas, también debe tratarse con sumo cuidado el resultado que arrojen. Asustarse, obsesionarse o sentir que la fatalidad está escrita, y que nada podrá cambiar ese destino, no servirá de nada. La tirada debe realizarse con calma, asumiendo que todo lo que en ella aparece puede ser modificado.
Es mejor que la consulta se transforme en un diálogo y no se limite sólo a la respuesta a algunas preguntas del consultante. Es posible y esperable que quien realiza la lectura deba hacer preguntas para ajustar mejor sus pronósticos. Esto no significa que tenga que «inventar» de acuerdo con lo que recibe como respuesta, sino que las cartas arrojan mensajes que muchas veces son ambiguos o abstractos, y deben ser ajustados a través de un mejor conocimiento de la realidad de cada persona. El diálogo es primordial; sin embargo, muchas personas (sobre todo, las más desconfiadas), creen que no deben dar ningún indicio que facilite la tarea del lector. Esto es un grave error que no hace más que dificultar la lectura. Quien se acerca a una tirada de cartas para tratar de «descubrir el truco» o refutar el método de adivinación, estará desaprovechando una gran oportunidad de mejorar su vida.
Ante una persona que consulta con respeto y verdadera fe, será todo mucho más fácil. Nunca se debe tomar en sorna ninguna consulta, ni menospreciar los problemas que se plantean. Cada uno es dueño de una vida diferente, recibió una educación distinta y experimenta realidades que pueden parecerse en muy poco a las de otras personas. El respeto por las diferencias es un punto muy importante para alcanzar el éxito en la tirada.
Puede suceder, sin embargo, que consulten personas cuyas palabras no coincidan con lo que las cartas dicen. Por lo general, se trata de seres inseguros, que esconden alguna mentira. A este tipo de personas se las suele reconocer por su tendencia a explicar demasiado cada aspecto de su vida, ya sea que aparece o no en la lectura; lo que buscan suele ser demostrar su «inocencia», o que lo que les está sucediendo no tiene que ver con ellos, sino que es producto de un destino trágico. Pues bien, en estos casos lo mejor es confiar en las cartas más que en los dichos y, sobre todas las cosas, ayudar a estas personas a retomar la buena senda.

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