Los hechizos simbolizan los deseos con los que no nos atrevemos a enfrentarnos.
A menudo sugieren que estamos viviendo una situación que nos resulta incontrolable o que nos asaltan miedos irracionales.
Si es otra persona la que realiza el hechizo, quiere decir que nuestra intuición nos está advirtiendo de una traición. Ante ello, conviene que nos preparemos adecuadamente y que observemos atentamente el entorno para minimizar los daños en la medida de lo posible.
Si somos nosotros quienes hacemos el hechizo, debemos interpretar que pasamos por un período de dudas morales, que deseamos cosas que nos resultan reprobables o mal vistas a los ojos de nuestra familia o amigos, pero que no podemos evitar caer en la tentación.
Será necesario, por tanto, hacer un profundo examen de conciencia y revisar nuestra escala de valores.
Las maldiciones, que son en definitiva hechizos que no requieren un ritual específico, indican el deseo de poner en evidencia los defectos que otra persona se empeña en ocultar o negar.
Véase MAGIA.
A menudo sugieren que estamos viviendo una situación que nos resulta incontrolable o que nos asaltan miedos irracionales.
Si es otra persona la que realiza el hechizo, quiere decir que nuestra intuición nos está advirtiendo de una traición. Ante ello, conviene que nos preparemos adecuadamente y que observemos atentamente el entorno para minimizar los daños en la medida de lo posible.
Si somos nosotros quienes hacemos el hechizo, debemos interpretar que pasamos por un período de dudas morales, que deseamos cosas que nos resultan reprobables o mal vistas a los ojos de nuestra familia o amigos, pero que no podemos evitar caer en la tentación.
Será necesario, por tanto, hacer un profundo examen de conciencia y revisar nuestra escala de valores.
Las maldiciones, que son en definitiva hechizos que no requieren un ritual específico, indican el deseo de poner en evidencia los defectos que otra persona se empeña en ocultar o negar.
Véase MAGIA.