La imagen del humano vampiro proviene de la de un animal, de la familia de los murciélagos, que se alimenta de la sangre, del fluido vital de otros seres vivos; por ello simboliza a quienes consumen nuestras fuerzas y nos exigen una permanente atención privándonos de la posibilidad de ocuparnos de nuestros propios asuntos.
Si somos atacados o mordidos por un vampiro quiere decir que en nuestro entorno hay una persona que nos quita toda la energía.
Normalmente se trata de seres sumamente egoístas, que buscan el protagonismo a toda costa y que, por medio de manipulaciones, intentan tenernos completamente dominados, actuando siempre en su favor.
Si somos nosotros quienes nos hemos convertido en vampiros, indica que tenemos miedo a dejarnos arrastrar por los impulsos, que tenemos una actitud excesivamente crítica hacia nosotros mismos y que preferimos perder algo que nos corresponde antes que privar de ello a otra persona. Este altruismo, si bien es encomiable, no debe ser nunca exagerado.
Si somos atacados o mordidos por un vampiro quiere decir que en nuestro entorno hay una persona que nos quita toda la energía.
Normalmente se trata de seres sumamente egoístas, que buscan el protagonismo a toda costa y que, por medio de manipulaciones, intentan tenernos completamente dominados, actuando siempre en su favor.
Si somos nosotros quienes nos hemos convertido en vampiros, indica que tenemos miedo a dejarnos arrastrar por los impulsos, que tenemos una actitud excesivamente crítica hacia nosotros mismos y que preferimos perder algo que nos corresponde antes que privar de ello a otra persona. Este altruismo, si bien es encomiable, no debe ser nunca exagerado.