Ley de causa y efecto

Su lema es: Cosecharás lo que siembras

También llamada ley de causalidad, ley del círculo, ley del karma o ley boomerang. Este principio advierte si hacemos el bien, hablamos bien de alguien o pensamos bien de alguien, ese bien nos es devuelto, ya sea por mano de la misma persona o de otra cualquiera. Entonces, ocurren cosas bellas y hasta «milagrosas».
Del mismo modo, si actuamos en forma contraria a la ley del amor y del bien nos ocurrirán toda clase de calamidades: pérdidas de personas o de bienes, incluso del trabajo; enfermedades, robos, agresiones. Estos pensamientos y palabras negativas incluyen el miedo, que nos atraerá lo que tememos.
Durante todo el día estamos causando (generando causas) y toda causa desemboca en un efecto que puede ser inmediato o a largo plazo. Estas causas nos acompañan hasta recibir su efecto, en ésta u otra vida. Si una vida promedio no alcanza para equilibrar las causas con los efectos, se harán necesarias otras vidas para ello. Así es que de vida en vida, vamos arrastrando los efectos de las causas sembradas con anterioridad en forma de karma o deuda que debemos pagarle a la vida y a los otros por el daño que pudimos ocasionar.
El karma es un camino de aprendizaje a través del cual nos toca experimentar lo que le hicimos vivir y sentir a otros. La «casualidad» no existe. Nada ocurre porque sí ni por capricho de Dios o de la Naturaleza.
Ninguna relación, ni encuentro, episodio ocurre, sin una causa que los haya generado en esta o en otra vida anterior. El hecho de que no conozcamos la causa no significa que no exista y mucho menos que estemos exentos de sus efectos. Por estos motivos, es imprescindible cultivar la sabiduría.

Cómo armonizar con este principio

A través de la práctica metafísica podremos transmutar las malas causas que hayamos generado. Se debe tener conciencia de estas causas; valentía y perseverancia para transformar nuestros errores en hechos positivos.
No basta con el reconocimiento. No basta con decir: «me equivoqué» y continuar procediendo de la misma manera. Se necesita el arrepentimiento sincero dentro de uno mismo; el firme propósito de no repetirlo y la oración científica, que podría ser:
«me perdono este mal , uso de la energía y pido perdón a la Presencia YO SOY en mi hermano ‘fulano de tal’. Transmuto mis malos pensamientos (palabras, actitudes, etc.) en bien, amor y armonía».
En todos los casos es importante visualizar el efecto que queremos lograr: vernos alegres, dándole la mano al otro, divirtiéndonos juntos.
Mientras el ser humano siga creyendo que puede impunemente corromperse, matar, robar, difamar, ser mezquino, violento, malhumorado, y salir bien parado del asunto enriqueciéndose y gozando de una vida fácil, estará siendo víctima de sus propias creaciones por aplicación automática de esta ley. Es por ello que en el mundo existe tanto abuso, discordia, caos, guerras y confusiones de toda clase.
Cuando Jesús dijo: «Padre perdónales, porque no saben lo que hacen», aludía a la ignorancia de esta ley que estaba acarreando severo karrna a sus ofensores. Si tuviéramos presente en todos los casos los efectos, procederíamos con más prudencia y sabiduría.

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