Significado esotérico de la pata de conejo

amuletos
En muchísimas culturas de Oriente se consideraba al conejo (y a su prima, la liebre) portador de buenos mensajes, por la rapidez de su carrera, y se le atribuían la rara virtud de anunciar el peligro. Los chinos lo adoptaron como emblema, el caito en orden de llegada, entré los 12 animales de su Horóscopo que acudieron al llamado de Buda.

Tan buen presagio es para los chinos ver un conejo, que cuando en las nubes se dibuja uno, lo celebran cocinando unas pequeñas tortas para regalar a sus amigos.

Los egipcios creían que una liebre se encargaba de abrirle los ojos a Osiris; casi con seguridad, ese mito se originó en el hecho de que las liebres nacen con los ojos abiertos. Por la misma razón, los celtas estaban convencidos de que estos animales poseían una sabiduría especial, la facultad de ver más allá de lo convencional.

Ese mismo pueblo les atribuía, también, el poder de comunicarse con los dioses del mundo subterráneo, debido a la gran cantidad de meses que pasan ocultos en sus madrigueras. La simpatía que despertaron los conejos los ha convertido en los seres encargados de repartir entre los niños los huevos de Pascua, símbolo de la Resurrección cristiana. Para la Iglesia Católica, los conejos constituyen la representación de aquellos fíeles primeros que debieron huir por las catacumbas para librarse de quienes los perseguían. Por esa razón, no son pocos los monumentos sagrados que muestran este símbolo.

En lo que respecta a la pata del animal, ésta ha sido asociada con el sexo femenino, por su aspecto y la similitud de sus nombres en latín (cunnus, éste último y cunniculux, el animal), lo que unido a la capacidad de procrear del roedor la convirtió en el amuleto de la fertilidad por excelencia.

A la fecundidad, por otra paite, siempre se la relacionó con la abundancia material, por lo que tener una pata de conejo representa el éxito económico y augura la fecundidad de la mujer. Por último, cabe destacarse que este objeto es uno de los pocos que posee la doble condición de ser amuleto y talismán al mismo tiempo, ya que tanto protege de los calambres, la mala pata y el reumatismo, como consolida la buena suerte.

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