
Pocas veces una figura representa algo de manera tan exacta como el león lo hace con la esencia de la energía leonina. Esa sensación de mirar todo desde arriba, sintiéndose el rey de la selva. Nos pinta de cuerpo entero lo que siente y lo que irradia el alma de los nacidos bajo este signo. La persona de Leo, no importa donde esté, ya sea un escenario, una oficina o una mesa familiar, siempre necesita mostrarse y sentir que es el centro del universo.
Leo es el director de la orquesta, es el que dirige la batuta y ordena al resto de los músicos cuando y de qué forma deben tocar sus instrumentos. Leo es, pero necesita el reconocimiento del afuera. Los reyes y las reinas necesitan la autenticación del pueblo al ejercer su función. Hay una necesidad de mostrar que es diferente del resto, de diferenciarse. Pero a su vez, esta aparente seguridad que muestra, no es más que un anhelo de aceptación. Leo tiene brillo propio, energía de diva. Incluso personajes históricos como Napoleón Bonaparte irradiaban esa energía leonina.
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