El manillar de una bicicleta o de una moto cumple las mismas funciones que el volante de un coche: dirigirnos hacia el lugar al que queremos ir.
Si lo mantenemos con firmeza es señal de que sabemos lo que queremos, que somos dueños de nuestro propio destino.
Si el manillar oscila de un lado a otro, en cambio, indica que aún no sabemos lo que queremos, que nos sentimos desconcertados y que nos preocupa estar perdiendo el tiempo lastimosamente.
Si lo mantenemos con firmeza es señal de que sabemos lo que queremos, que somos dueños de nuestro propio destino.
Si el manillar oscila de un lado a otro, en cambio, indica que aún no sabemos lo que queremos, que nos sentimos desconcertados y que nos preocupa estar perdiendo el tiempo lastimosamente.