Los tránsitos Neptuno Mercurio

Mercurio simboliza nuestra forma de comunicarnos, así como las funciones implícitas en este proceso. Por ello, tanto nuestro sentido del oído, del olfato, de la vista o del tacto, así como nuestra forma de hablar o de pensar, se verán afectados durante unos cuatro o cinco años a partir del momento en el que Neptuno empiece a activar a Mercurio. A veces, este tránsito puede durar más tiempo ya que otros aspectos hacia el Mercurio natal lo mantienen en funcionamiento.
Neptuno aporta inspiración, ilusiones y engaños al ámbito de las actividades mentales. La energía es insidiosa; no nos hace reaccionar con un «¡eureka, acabo de descubrir la energía atómica!». Nos sentimos arrastrados hacia nuevas ideas y extraños pensamientos, así como a perseguir unos objetivos que, anteriormente, probablemente jamás hubieran despertado el más mínimo interés en nosotros.
Si procedemos de un ambiente en el que se nos haya permitido realizar algún tipo de estudio sobre la auto-consciencia o alguna terapia que fomente el proceso de individuación, tal y como lo describía Jung, seguramente, el tránsito no llegará a afectarnos demasiado. Y, si tenemos conocimientos religiosos, si nos hemos dedicado a estudiar el aspecto místico de la vida, o si estamos en total armonía con la naturaleza, este tránsito jamás podrá llegar a afectarnos de una forma realmente preocupante.
Pero si no hemos desarrollado el concepto de nuestro «ser interior», si no estamos a gusto con nosotros mismos, con nuestra forma de pensar o con el hecho de ser «diferentes», entonces, no cabe duda de que estaremos a punto de iniciar un período bastante desagradable.
Neptuno nos aporta ilusiones y engaños y todo ello puede verse aumentado a través de la intuición. Si una persona no sabe lo que es la intuición o no está demasiado familiarizada con el término «E.S.P.» (Percepción Extrasensorial), puede llegar a sentirse algo extraña e incómoda consigo misma. Si los aspectos de la carta astral así lo confirman y si la casa en la que está situado Mercurio refleja una capacidad intuitiva y psíquica, entonces, este tránsito puede intensificar las premoniciones, así como los sueños premonitorios; la persona puede empezar a oír voces, a tener visiones o, simplemente, a saber lo que va a ocurrir antes de que haya ocurrido. De ser este el caso, el tránsito de Neptuno-Mercurio (en particular los aspectos inarmónicos, y, a veces, incluso también el trígono) puede provocar una sensación de inestabilidad.
Clientes procedentes de ambientes excesivamente severos o religiosos, acudieron a mí en busca de consejo cuando el tránsito estaba en pleno apogeo. Todos tenían una cosa en común: ¡el miedo a volverse locos! Incluso la sola idea de tener que hablar de cómo se sentían les asustaba. Pero yo siempre acostumbraba a decirles algo tan inofensivo como, por ejemplo: «probablemente, durante este período, os sentiréis algo inestables mentalmente o, como mínimo, estaréis preocupados a este respecto». Esto me abría las puertas y me facilitaba el camino para poder iniciar cualquier tipo de conversación relacionada con su miedo a la locura, con su inestabilidad emocional o con su sensación de incapacidad a la hora de hacer las cosas.
Neptuno aporta una gran dosis de creatividad y yo estoy convencida de que esta energía puede ser canalizada y utilizada de forma constructiva. En lugar de asustarnos de nuestra propia inestabilidad, podríamos utilizar esta energía para adentrarnos en el mundo de la parapsicología, así como para profundizar en cualquiera de los temas relacionados con el ocultismo, incluyendo la astrología. También podríamos aprovecharla para escribir o para pintar, así como para desarrollar algún tipo de actividad artística o para fomentar cualquier aspecto creativo en nuestro trabajo.
Los sueños, así como las ilusiones o alucinaciones, junto con una acusada tendencia a los olvidos, suelen hacer que las personas se sientan inseguras con respecto a las cosas de la mente.
El humor puede resultarnos de gran ayuda, ya que si nos reímos un poco de nosotros mismos, nos resultará mucho más fácil adaptarnos a este tránsito.
Podemos ir de una habitación a otra y, una vez allí, no recordar lo que habíamos venido a hacer. O bien, podemos dirigirnos en coche a casa de un amigo y terminar en el trabajo o en cualquier otro lugar que nos resulte familiar sin ni siquiera darnos cuenta de dónde estamos. Este tipo de experiencias pueden llegar a preocupar a una persona que no esté acostumbrada a ellas. Probablemente no podamos encontrar las cosas en la oficina, porque lo más seguro es que ni siquiera sepamos dónde las hemos dejado.
En algunas ocasiones, puede existir una gran confusión a nivel de comunicación y podemos interpretar mal aquello que nos cuentan los demás, así como mostrarnos algo confusos a la hora de intentar comunicarnos con aquellos que nos rodean. Todo esto sirve para seguir perturbando la imagen de nuestra propia capacidad. Cuanto más desequilibrados e incómodos nos sentimos, más aumenta nuestra sensación de inadecuación. La solución consiste en aprender a aplicar esta vacilante energía a un pensamiento mucho más creativo y meditado.

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