El poder de la mirada

No por nada, desde la Antigüedad, se ha considerado a los ojos como el espejo del alma, lo cual presupone considerarlos como la viva presencia física del espíritu en el cuerpo y, dado su poder de contactar con otros ojos, humanos, de comunicar con su mirada, intenciones, sentimientos y sensaciones sutiles y complejas.
Para comprender este enorme poder, baste recordar la importancia de la comunicación visual entre madre e hijo, o las eternas miradas de los enamorados.
Sólo hace falta una mirada para entenderse más allá del lenguaje.
Es, por eso, que la creencia en el mal de ojo tiene profundas bases en las que asentarse.
Y es verdad que hay miradas que sanan y otras que matan, porque asimismo es cierto -crea uno en ello o no- que el alma se escapa por los ojos, con o sin intención y que lo que ella transmite nos afecta.

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