Nacimiento de un iluminado

esoterismo

Estatua de Silveste II en Aurillac, Francia

La biografía de Silvestre II está envuelta en un halo de misterio. Hay pocos datos de su vida antes de que se convirtiera en monje, pero se sabe que nació en Aurillac (Francia) entre el 938 y el 950.
Reza la leyenda que, en el mismo instante en que él venía al mundo, un gallo cantó tres veces a miles de kilómetros de allí, en un valle de Jordania, y su sonido se escuchó incluso en Roma.
Hay quien interpreta el fenómeno como un augurio de que aquel bebé llegaría a ser Papa.

Un hecho marcó su infancia: cerca de Aurillac vivía un extraño ermitaño, un antiguo clérigo temido por todos que se hacía llamar Andrade.

Habitaba en una cueva y se proclamaba descendiente de los druidas que allí celebraron rituales y sacrificios a sus divinidades.

El pequeño Gerbert, devorado por la curiosidad, venció su miedo y lo visitó.

El anciano le predijo un futuro magnífico y, en contra de la voluntad paterna el niño empezó a frecuentarlo. Parece ser que así recibió sus conocimientos de magia celta.

Cuando Gerbert tenía 12 años, la abadía cercana a su pueblo se transformó en un escuela y los monjes impresionados por su inteligencia, lo recogieron para que estudiara en la abadía.

Silvestre II

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